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Tanto el diseño responsivo ("responsive") como el adaptativo ("adaptive") buscan optimizar la experiencia de usuario a través de diferentes dispositivos, realizando ajustes para diferentes tamaños de ventanas, resoluciones, contextos de usos, mecanismos de control y demás.
El diseño responsivo se basa en el principio de flexibilidad. La idea es que un único diseño fluido, basado en consultas a diferentes medios, grillas flexibles e imágenes responsivas, puede usarse para crear una experiencia de usuario que cambia según una multiplicidad de factores. Su principal beneficio es que cada usuario experimenta un diseño consistente. Una de sus desventajas es un tiempo de carga más lento.
El diseño adaptativo es algo más parecido a la definición moderna de mejora progresiva. En vez de contar con un único diseño flexible, el diseño adaptativo detecta el dispositivo y otros aspectos, y luego provee las características y diseño apropiados, basado en un conjunto de tamaños de ventanas predefinidos y otras características. Esto puede resultar en una falta de consistencia a través de diferentes plataformas y dispositivos, pero el tiempo de carga suele ser más rápido.